Vélez Blanco, ese pueblo donde para mayor seguridad los cajeros automáticos tienen su propio enrejado doméstico.
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Frente al castillo del marqués de los Vélez nos apretamos un auténtico festín satanásico, con unas gambas al ajillo cuyo aceite es extraído "a juerza pan" y donde los suculentos filetes tienen un tamaño que podríamos denominar (pongo una moneda de Euro a efectos comparativos).
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Eso sí, el archienemigo de Supermán ha logrado extender los tentáculos de su emporio hasta aquí... ¡ah, villano malandrín!
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